Conduciendo a ciegas
Gracias a los sangrientos anuncios de la DGT, hemos aprendido que ir conduciendo mientras hablamos con el móvil, leemos el periódico o practicamos/nos practican sexo oral es peligroso. Pero ¿podemos afirmar con seguridad que algo es peligroso sin haberlo experimentado debidamente? ¿si ningún valiente hubiese saltado de un avión sin paracaídas sabríamos que eso es peligroso? El sentido común nos dice que sí, de todas formas no hay que despreciar el valor de la experimentación.
Corría la década de los 60, años de amor libre y caritas sonrientes, y el profesor John W. Senders estaba investigando la atención necesaria para conducir. Por supuesto, en aquellos tiempos los hombres eran de verdad y no usaban cobayas. Para confirmar sus predicciones, el bueno de John se construyó un casco con una visera que subía y bajaba y se puso a conducir por la autopista de Boston. Un premio Nobel desperdiciado.
Vía Neatorama | Categoría Curiosidades
4 Comentarios: Publicar un comentario
¡Ah! ¿Pero vosotros no conducís así?
Feliz retonno, Matarratas.
Yo no suelo pasar de lo del sexo oral, pero a partir de hoy iré poniéndome y quitándome la mano de los ojos. Todo sea por la ciencia...
Gracias, me ha costado volver, coño. A ver si me toca la lotería y esto no vuelve a pasar.
Saludos!
Con dos cojones...!
Lo que pasa es que iba más lento que el caballo del malo... porque si te fijas, todos los coches le van "lijando".
Habría que ver como hace eso con un Testarrossa cargado con óxido nitroso y con el cuerpo atiborrado de alcohol, anfetas o cocaína.
Salud/OS!
Madre mia que loco estaba el tipo ¿no?, no sé si serviría de algo, pero los amiguetes seguro echaron unas cuantas risas a su costa.
Un saludo
Publicar un comentario